domingo, 3 de febrero de 2013

D

Suelo decirle a la gente que te he olvidado, que tú para mí estas muerto.
He intentado creermelo de todas las maneras posibles, deseando que un día me despertara y no te echara de menos. He probado de muchas formas con muchos chicos y siéndote sincera, he aprendido mucho en este tiempo sin ti.
He aprendido, por ejemplo, que lo que una vez nos dice la cabeza, más tarde el corazón lo termina traicionando. He sido el espectador de una lucha entre mi conciencia y mis sentimientos, y aún así parece que la guerra no se acaba nunca. También, he buscado dentro de mí lo que jamás había visto con estos ojos.
Buscando una respuesta a por qué siempre que me acuerdo de tu voz y termino con una sonrisa en los labios.
Y luego, tus labios creo que podrían calificarse como la peor tortura conocida. Solo pensar en que hubo un momento en el que creí que no los echaría de menos, que eran unos labios como los de la mayoría de los hombres.
Ahora se que me equivocaba. Recuerdo cuando en un tiempo tú me preguntabas cuanto te quería y yo intentaba darte una respuesta indefinida, algo que jamás hubieras escuchado.
Jamás pude hacerlo.
Se que te dije mil y una tonterías por aquel entonces, pero tampoco me arrepiento de haberlo hecho.
A mí lo que me llamaba era tu sonrisa. Se que mis amigos y los tuyos no dejaban de criticar nuestra extraña manera de querernos; de vivir el uno por el otro en apenas dos miradas.
Todos ellos sabían que yo era una inexperta en esto del amor.
Ahora me doy cuenta de que ellos no comprendían lo que significaba realmente amar.
Ya ha pasado bastante tiempo desde la última vez que me dirijiste la palabra.
Te aseguro que me siento como una gilipollas desde que te juré que no me importabas. Desde esa tarde en la que te vi llorando por mi mi habitación, esa habitación donde una vez nos consumimos a besos.
Te dije también que no te echaba de menos, que no te necesitaba. Quizás lo hice por orgullo, o tal vez pensé que de esa forma me olvidarías antes y seguirías con tu vida.
Que te haría ver que yo sólo soy ese error que siempre me sentí a tu lado.
Ojalá algún día tengas tiempo para explicarme como te sentiste tú tras nuestro último abrazo. Hace mucho, cuando me sentía parte de tu vida, te dedicaba cada balada de amor que escuchaba. Hoy en día, el rock and roll me sigue recordando un poco a ti..
Te supliqué con el paso del tiempo que fueras el motivo por el cual cantara y rasgara las cuerdas de mi garganta; de quebrarme la voz pensando en ti. Sin embargo no fue hasta que te perdí cuando te escribí una canción. Jamás pude decirte que la compuse por ti.
Solías decirme que no te considerabas guapo; Que eras un chico del montón. A lo mejor no me creíste nunca, pero te repito que desde que te conocí para mí has sido lo más precioso de este mundo.
Te lo aseguro, nadie sobre la Tierra tiene tus ojos.
Tú y yo llegamos a mucho más que los besos. Algo físico, me refiero.
Realmente presumo en secreto de que tú y yo nos hemos querido como pocos lo han hecho. De que podíamos hacer el amor con sólo mirarnos. Yo ni siquiera te saludaba con un beso. Nunca.
Lo considerábamos algo demasiado valioso como para malgastarlo a la primera de cambio, algo demasiado personal.
La gente tampoco sabía entender eso.
En este tiempo me han pasado muchas cosas. Ha llegado más gente a mi vida, para qué te voy a mentir.
Y toda esa gente, se ha ido yendo también.
Si me abandonaron o los abandoné yo, eso es algo que ni siquiera recuerdo ya. Créeme, ha sido mucha, muchísima gente la que ha aparecido en mi camino. Pero joder...
¿Por qué ninguna de ellas se parece lo más mínimo a ti? ¿Por qué tienes que ser tú el único  en este mundo que llene ese hueco incompleto en mí? ¿Por qué demonios tenemos que ser tú y yo el uno para el otro? ¿Por qué tienes que ser especialmente tú mi alma gemela?
¿Sabes? Me gustaría poder decir que has cambiado. Que ni siquiera te reconozco, que no eres ese pequeñajo de ojos caidos pero alegres del que enamoré un verano cualquiera. Pero se que la que ha cambiado soy yo. Se que la que te abandonó sin motivo, la que no se merece que le recuerdes y que nunca podrá olvidarte soy yo.
Algunas veces prometo que incluso sentía miedo.
Miedo de que pudieras llegar a sentir algo tan grande por alguien como yo; la que siempre te ha repetido que no te merece.
Tenía miedo, sí.
Miedo de o poder quererte de la forma en la que lo hacías tú.
Otros recuerdos, aún así, son lo mejores que tengo guardados.
Los tengo escondidos aquí dentro, junto a la bola de papel que hice con nuestra foto y que jamás pude romper y una caja donde todavía guardo un montón de regalos que me quedan por darte algún día.
También guardo en la caja un frasquito con mi olor.Tú siempre me repetías que te encantaba, y yo hacía incapié en que no lo consideraba especial. Me di cuenta de lo que significaba para ti el día en el que soñé otra vez con el aroma de tu pelo. En la caja hay incluso un juego de sábanas blancas. Son por cada vez que me acostaba, cuando me daba por pensar en ti. Tanto lo hice. que mis sábanas terminaron recordándome cada noche que una vez te prometí que dormiría contigo.
Hoy, escribiendo todo esto solo espero que sepas comprenderme como lo llevas haciendo desde el día en el que te conocí.
Entender que ni siquiera se si merezco que me quieras, o empezar a plantearme por qué en su día te dejé llorando solo, cuando lo que estaba haciendo me dolió como si me arrancaras el corazón sin avisar.
Buscar la razón por la que abandoné a la persona que más me ha llegado a importar en esta puta vida.
Y te prometo que cuando lo haga, volveré para decirte todo lo que siento y demostrarte con mi vida que jamás volveré a querer a nadie de la manera en la que te quiero a ti.
Ojalá algún día volvamos a ser una sola piel.
P.D: Te extraño...

sábado, 5 de enero de 2013

findeaño

Hace un par de días que acabó el año y comenzó uno nuevo,el primero en el que ya no te necesito.

Conduzco hacia el pasado con calma hasta el desguace y la verdad no se si me alegra del todo saber que me ha llevado cinco años superar algo que entendí en cinco minutos: que nuestra historia era imposible como mirar la silueta de la lluvia. Pero ya ves, nunca he sido diestra  en las tareas del olvido, nací sin saber descifrar bien la caligrafía del adiós. Resulta agotador que en nuestras cabezas  siempre tenga que ser todo para siempre, y es jodido entender que formaba parte de ese ejército de mujeres tristes del que el mundo suele hablar. Y no es hablar de una edad en que el sudor dictaba el horario de las sábanas, ni de tu dulce recuerdo cuando hacíamos el amor en la cocina, o en el salón, o en la habitación.No es eso. No siento nostalgia de ti, sino nostalgia de mi, de la chica que se atrevía a tener una cita a ciegas con su destino y volvía, quizá golpeada, pero convencida.

Buscamos olvidar y lo logramos.Aquí te dejo la herida de la victoria, de entender que ese olvido es saber que en el fondo no fue posible nuestra historia y que ahora hay que desaprender el camino que conduciéndome a esa ciudad llamada nosotros me llevo tan, tan lejos de mi.