sábado, 5 de enero de 2013

findeaño

Hace un par de días que acabó el año y comenzó uno nuevo,el primero en el que ya no te necesito.

Conduzco hacia el pasado con calma hasta el desguace y la verdad no se si me alegra del todo saber que me ha llevado cinco años superar algo que entendí en cinco minutos: que nuestra historia era imposible como mirar la silueta de la lluvia. Pero ya ves, nunca he sido diestra  en las tareas del olvido, nací sin saber descifrar bien la caligrafía del adiós. Resulta agotador que en nuestras cabezas  siempre tenga que ser todo para siempre, y es jodido entender que formaba parte de ese ejército de mujeres tristes del que el mundo suele hablar. Y no es hablar de una edad en que el sudor dictaba el horario de las sábanas, ni de tu dulce recuerdo cuando hacíamos el amor en la cocina, o en el salón, o en la habitación.No es eso. No siento nostalgia de ti, sino nostalgia de mi, de la chica que se atrevía a tener una cita a ciegas con su destino y volvía, quizá golpeada, pero convencida.

Buscamos olvidar y lo logramos.Aquí te dejo la herida de la victoria, de entender que ese olvido es saber que en el fondo no fue posible nuestra historia y que ahora hay que desaprender el camino que conduciéndome a esa ciudad llamada nosotros me llevo tan, tan lejos de mi.